Entre el aroma del romero, el calor dorado de la piedra y el susurro de los limoneros al atardecer, está naciendo mi próximo proyecto: una finca en Ibiza. No solo un lugar para vivir, sino un concepto curado, un manifiesto de lo que soy y de lo que deseo compartir con el mundo.
Sueño con una finca que respire belleza, autenticidad y propósito.
En el corazón, estará mi casa. Blanca, generosa, de líneas payesas, rodeada de naranjos, cactus y madera noble. A su alrededor, un conjunto de casitas elegantes –máximo diez– construidas con piedra o madera prefabricada de diseño. Son refugios pensados para almas que buscan una Ibiza más silenciosa, creativa y honesta.
Cada casita será única, íntima, acogedora. Se alquilarán por meses, a quienes deseen vivir una temporada con calma y claridad. Tendrán su privacidad, pero también pertenecerán a algo más grande: una comunidad cuidada, con piscina central, barra de zumos en una caravana pintada a tono con la tierra, DJs emergentes por las tardes y un estilo de vida que mezcla arte, moda, descanso y tierra fértil.
La finca no es solo arquitectura: es mi visión de vida compartida.
Con huerto propio, frutas de estación, rituales al amanecer y estética mediterránea en tonos crema, terracota y burdeos. Cada elemento está pensado para simplificar y embellecer el día a día.
Mi deseo profundo es que este lugar se convierta en un santuario para vivir con intención, crear, amar y descansar. Un lugar donde la belleza no sea solo visual, sino también espiritual.
Hoy no tengo aún el capital. Pero tengo la visión, la red, la energía. Trabajo con inversores, asesoro sobre propiedades únicas en Ibiza y Mallorca, y conecto personas con espacios que aún no están en el mercado.
Este proyecto es mi propio destino, y si resuena contigo, te invito a ser parte de él.
Con amor,
ISLA
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